Me dirigí a la estación con paso firme, sin mirar atrás. Estaba atestada de gente y hacía un calor sofocante. Me coloqué frente al tren y quede paralizada observándolo, contemplándolo durante 2 minutos, 2 eternos minutos. Era un tren viejo, destartalado, la verdad no incitaba a subirte en él, pero finalmente, no sé si atraída por su aspecto o porque ya no me ataba nada a ese lugar accedí a montarme.
Mi imaginación comenzó a viajar por lugares exóticos, misteriosos, lejanos y… ¿sabes? En todos ellos estabas tú esperando a que te encontrara. Quizás sea mi subconsciente que ansia poder estar junto a ti, retenerte, protegerte…
[...]28/2/2009
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